La codicia solo funciona en el mundo ordinario. Para aventurarse en la aterradora soledad de lo desconocido, uno tiene que poseer algo más grande que la codicia: amor. Uno necesita amor por la vida, por la intriga, por el misterio. Uno necesita una curiosidad insaciable y un montón de agallas.
— Don Juan Matus
"¡Pregúntame lo que sea! Pregúntame lo que sea," le dijo Carlos Castaneda a uno de sus aprendices varones que se encontraba sentado al frente de él, mientras esperaban que les sirvieran sus almuerzos en un pequeño restaurante de Los Angeles.
El aprendiz extendió nerviosamente la servilleta en su falda, miró a sus alrededores para ver si nadie más estaba escuchando, y muy calladamente le dijo su pregunta: "¿Cómo puedo tener una relación y hacer Tensegridad al mismo tiempo?"
"Oh, oh, oh," dijo el nagual riéndose entre dientes, "la pregunta de un millón de dólares," bromeó con una sonrisa que iba de oreja a oreja. "¿Qué es lo que te hace pensar que estas listo?"
"¿Listo?" preguntó el aprendiz. "Bueno, porque quiero tener una relación; porque la deseo, no puedo dejar de mirar a las chicas. Y además he estado practicando los pases mágicos desde hace bastante, tengo una buena dieta, me puedo hacer cargo de mi mismo, tengo un automóvil y un trabajo decente. Ahora quiero una novia."
"¿Y para que quieres una novia?" le preguntó el nagual. "¿Qué esperas que haga, que esperas que traiga a tu vida?"
"Le puedo hablar acerca de mis ideas, ella me amaría incondicionalmente y sería hermosa, y me haría sentir realizado sexualmente."
"Oh, ya veo," respondió el nagual, mientras se apoyaba en el espaldar de su silla. "Perdóname por decirte esto, caballero, pero suena como que quieres más, más de todo, especialmente que se te de más atención a ti. A mi me suena todo eso como que quieres aventurarte hacia lo desconocido lleno de codicia… La codicia es algo fuerte…la codicia solo te llevará por avenidas conocidas; por ejemplo en tu caso, ¿qué pasó con tus novias pasadas?"
"Pues ya te imaginarás, nagual, nos cansamos el uno del otro."
"Se usaron el uno al otro a conveniencia de sus necesidades. Y cuando terminaste con una, hiciste lo que don Juan me dijo que yo había hecho: la reemplazaste. Don Juan me dijo que es como si le cortáramos la cabeza a nuestra amante y la reemplazáramos con otra. Y hacemos esto una y otra vez, culpando al otro por estar necesitados, por nuestra codicia, sin jamás mirarnos a nosotros mismos.
"Pero don Juan me dijo que hay algo más grande que la codicia: el amor.
"Los videntes de su linaje se tomaban muy seriamente las relaciones íntimas. Ellos las veían como uniones energéticas, el resultado de intentar y de preparación cuidadosa. Aquellos videntes se acechaban a sí mismos, hacían inventarios completos de sus ideas y expectativas acerca de sus interacciones, especialmente sus interacciones íntimas.
"Te voy a contar algo más que me dijo don Juan," susurró el nagual, mientras se inclinaba cerca de la mesa. "Mira a 'Quién' te enseño como amar."
"¿Quién me enseñó como amar?" preguntó el aprendiz. "Fíjate a quien imitaste en sus ideas de como amar. ¿A tu madre? ¿A tu padre? ¿Cómo va tu recapitulación? ¿No has estado revisando tu vida con tu padre?"
"Si, he descubierto que soy como él en muchas formas. El me dio el amor que tengo por la ciencia. Al mismo tiempo, desde mi vista, él era como el rey de la casa y mi madre era esencialmente su sirvienta."
"¡Aha! Y ahora tu estas buscando alguien que haga ese trabajo para ti. ¿Y tu madre? ¿Has revisado tu vida con tu madre?"
"No realmente, no. Ella siempre estuvo allí, así que no le presté tanta atención. Creo que la di por contado."
"Maravilloso reconocimiento. Es un buen lugar para empezar, reconociendo que no hemos realmente mirado a alguien. Revisar tu interacción con tu madre, y lo que atestiguaste del vínculo que ella tenía con tu padre, te pondrá en una excelente posición para tomar responsabilidad de lo que traes a una nueva relación, en vez de simplemente recitar una lista elaborada de lo que quieres que el otro traiga."
"¿Quiere decir que no puedo estar en una relación hasta que ponga todo esto en orden?" preguntó el aprendiz mientras sacudía su cabeza. "¡Esto me puede llevar una vida entera!" "Eso es casi seguro," dijo el nagual entre risas, mientras se arrimaba al espaldar de su silla. "Esta es una verdadera tarea de guerrero. Mi recomendación es que te zambullas en esta tarea sin dejar ni una sola piedra sin voltear. Esa es tu preparación."
El aprendiz se quedó en silencio, dejando que esta sacudida de conocimiento se asentara dentro de él.
"¿Te gustaría saber lo último que don Juan me dijo en esta tierra?" le dijo el nagual: "'Espero que encuentres amor.' Era su broma personal para mi. Y sin embargo, era lo más serio del universo."
Y me contó la historia de un muchacho enamorado de su estrella. Adoraba su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacía ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, ó creía saber, que una estrella no puede ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea contruyó todo un poema vital de renunciar y sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando su estrella y ardiendo de amor hacía ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacía adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la plaza destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacía arriba a reunirse con su estrella.
-El amor no se debe pedir, ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces atrae ya en lugar de ser extraído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario